El galardón pone en relieve cómo la marca promueve un modelo empresarial vertebrado por la creatividad, la sostenibilidad y la divulgación de la artesanía. Por algo los productos de Mariví Calvo y Sandro Tothil, sus fundadores, pueden encontrarse en medio mundo.
Una trayectoria repleta de condecoraciones
Tras alzarse con el Premio Nacional de Artesanía en 2011 y recibir en su Valencia natal el Premio Honorífico ADCV 2019 en la categoría de Innovación, Mariví Calvo y Sandro Tothil, los fundadores de la firma LZF, pueden presumir de otro galardón. Y no de uno cualquiera. El Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades acaba de conceder a esta marca de lámparas el Premio Nacional de Diseño 2020 en la modalidad Empresas.

Tal como el Ministerio expresa mediante un comunicado, se ha valorado su «estrategia empresarial centrada en el diseño, la creatividad y la sostenibilidad medioambiental«. Y, por supuesto, la «gran carga emocional y conceptual» de sus productos.


Luz y arte, dos en uno
Desde que en 1994 fundaran LZF, Mariví y Sandro han mostrado un compromiso por investigar y divulgar el enlace de la artesanía con el arte, las nuevas tecnologías y la producción industrial. Influenciados por la música y otras disciplinas, el tándem siempre ha puesto en relieve el valor del artesano en el diseño contemporáneo.

Sin ir más lejos, desde sus comienzos han empleado la chapa de madera como principal materia prima. Y no sólo por una cuestión estrictamente estética, sino porque a través de este material han podido expresar mejor que con ningún otro su filosofía. Es decir, su amor por la ecología, la sostenibilidad y la innovación.


¿A qué viene este fervor por la madera? Su respuesta siempre es la misma: «Porque es un elemento ancestral que tiene que ver con la naturaleza y con el fuego». Su visión de la luz acariciando este material ha dado lugar a un sorprendente catálogo de luminarias de calidad y fabricadas siempre a mano.

Su taller, al igual que su reconocimiento tanto dentro como fuera de nuestras fronteras, no ha hecho más que crecer con el paso del tiempo. En 2008 se mudaron a una antigua bodega rehabilitada de Chiva, en Valencia, donde trabajan con un nutrido equipo de creativos. Cada uno de sus productos es fruto de un trabajo colaborativo en el que, además, participan jóvenes promesas del diseño del panorama nacional e internacional.



Articulo de DiarioDesign